Escrito por Brooke Warner y traducido por Thess Pfferr
Dominick “DJ” Dandridge estaba sentado en los escalones de afuera leyendo un libro para niños la primera vez que visitamos el Centro de Sagrado Corazón. Cuando tuvimos problemas para abrir la puerta, se levantó para ayudar. “Gracias,” dijimos, mientras nos seguía al interior.
“Trabajo aquí,” dijo con voz gentil y áspera, “más o menos.”
Es cierto que el papel de DJ no está definido, pero él viene al centro casi todos los días después de la escuela, se trae aperitivos y palabras amables a aquellos que conoce. A veces se queda en casa, solo a unas pocas casas de distancia, y descansa en vez de trabajar. “Soy del tipo dormilón”, dice.
Cuando le pregunto cuántos años tiene, me dice que 17.
“¿Cuántos años creías que tenía?”
Me había dicho que estaba en undécimo grado en el instituto de secundaria Armstrong, así que pensé que tenía 17 o 18 años.
“Te sorprenderías”, dice. “En mi escuela, tenemos un montón de estudiantes de noveno grado con 20 años.”
En 2016 la escuela de DJ, Armstrong High, fue clasificada como la última de 320 escuelas secundarias en Virginia por SchoolDigger. Es la penúltima en matemáticas y dominio del inglés entre las nueve escuelas en el distrito. La población en el centro es 97% afroamericana y 97% económicamente desfavorecida.
DJ no sabe por qué fue asignado a Armstrong, ya que hay otras escuelas mucho más cerca de su casa. No está seguro de cómo de lejos está de su casa. Se duerme durante el viaje en autobús a la escuela de 50 minutos de ida y vuelta.
Aprendió francés en la escuela, pero pilló algo de español haciendo voluntariado en el centro en el Centro. Lo que realmente le gusta es la asignatura de Historia. “Con la Historia, lo sabes todo. Es sobre ciencia, presidentes, aventureros. Tiene todo lo que necesitas.”
Debido a su rica Historia, sueña con ir a la Universidad de Virginia. También quiere convertirse en ingeniero en la Marina, dice, porque pagan le la matrícula y tienen todo el equipo que necesita. Equipo que ninguno de los dos está seguro en qué consiste.
Se “saltó” el SAT—los exámenes de acceso a la universidad–, dice, así que ahora trabaja en el centro del Sagrado Corazón y el centro Woodrow Wilson Workforce and Rehabilitation donde le dan créditos universitaria – ganando bastantes, espera, podrá presentar su solicitud a la universidad sin hacer la crucial prueba.
Siendo su cumpleaños en noviembre, es mayor que la mitad de su clase. “Y bastante maduro”, añade rápidamente.
Maduro, desde luego. Ha tenido dos cirugías de corazón abierto por un defecto congénito de corazón, me dice con indiferencia, una al nacer y otra cuando tenía cinco años. Pasó su sexto cumpleaños solo en el hospital. Ahora, explica, el tubo en su garganta es lo que hace que su voz sea profunda.
“Me encantaba correr. Era el tercer corredor más rápido en mi escuela primaria”, me dice con orgullo.
Una vez trató de luchar en MMA, pero sus médicos se lo prohibieron. “Eso fue lo más desgarrador.” Sacude la cabeza. Ahora juega al baloncesto y al fútbol americano durante el verano, sobre todo en partidos improvisados. Incluso ha jugado con el equipo de baloncesto de la Virginia Commonwealth University, dice.
“Estoy bien ahora, pero mi mamá dice que podría tener que ir de nuevo.” La próxima cirugía sería para estirar su corazón y abrir las válvulas para permitir el aumento del flujo sanguíneo.
Llama a su abuela, mamá, y cuando le digo que me he dado cuenta, sonríe. “Me alegro de que lo hayas entendido. Mucha gente no lo hace.”
Su verdadera madre no podía cuidar de él ni de sus siete hermanos. Ahora están todos dispersos por Richmond. Un hermano pequeño vive calle abajo, pero no sabe dónde viven los demás y rara vez los ve.
Sus amigos en el barrio en su mayoría se han mudado, así que ahora lee y escucha música en su tiempo libre. Y, por supuesto, duerme. Escucha lo que él llama “canciones de amor melosas” citando la popular canción de R & B “iSpy” de Kyle y Lil Yachty como uno de sus favoritos. Es, de ninguna manera, una canción de amor tradicional. En cuanto a los libros, nombra a uno de su infancia, Thomas the Train.
“Dicen que soy un blando. Me gustan las cosas tranquilas”, dice. Por eso le gusta vivir en Jeff Davis. Esta tranquilo.
Habiendo vivido aquí tanto tiempo, ha notado un aumento marcado en la población hispana de Jeff Davis, y dice que predijo que esto sucedería hace cinco años.
“Ojalá estuviera de vuelta en los días de Moisés. Estoy inspirado por Moisés. Podemos aprender unos de otros. No tenemos que tomarlos y cambiarlos. Podemos acercarnos los unos a los otros.”
A pesar de este modelo, DJ dice que no es muy religioso. “Mi familia no fuerza la religión. Dicen que lo aprendes o no.” A menudo se queda dormido en la iglesia.
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