Leon, Nicaragua. Era 1979, la revolución Sandinista estaba dándose lugar en Nicaragua, el país estaba entrando en guerra y mi madre, de apenas 15 años, tuvo que dejarlo. Las aguas se calmaron en 1990, cuando tuvimos elecciones que por primera vez no enmarcaban un fraude. Ese mismo año en una fiesta celebrando el fin de la revolución, mi mamá conoció a mi papá y a como los cuentos de hadas, me gusta creer que fue amor a primera vista. En 1991 se casaron y volvieron a Nicaragua con el deseo de crear una familia. En 1992 nació mi hermano y tan solo 3 años después nací yo. Sin embargo, mi madre pensó en el futuro que podía aguardarnos debido a los constantes conflictos políticos que se daban en mi país y como estrategia de seguridad, decidió que mi hermano y yo naciéramos en Estados Unidos. En 2006 se dieron las cuartas elecciones desde la revolución y Daniel Ortega, líder de la revolución, ganó elecciones presidenciales por un margen de 7%. Ahora es 2016, se vienen las próximas elecciones y nuestra situación actual se resume en esto: Daniel continúa en el poder como presidente inconstitucional tras haber ignorado la constitución política en las elecciones del  2011, planea volver a correr para la presidencia y lo que me constituye ami, pues me encuentro estudiando en la Universidad de Richmond, 2962 Km de distancia de mi casa, tratando de armar mi futuro, con la esperanza de volver a Nicaragua al graduarme y de algun dia generar cambios en mi país.

Richmond, Virginia. Caminando por los pasillos de la biblioteca, pasando entre las mesas de la cafetería o cuando cruzas el lago, te encuentras escuchando todo tipo de conversaciones; que si vas a salir en el fin de semana, que si tal amiga le dijo esto o que tal chavalo la dejó por esto, que no fuiste a clases por ir de shopping o que si tus frat brothers van a tener un off-campus. No quiero generalizar pero me e dado cuenta que aquí me rodeo de una sociedad que aveces llega a ser un poco superficial. Pensar que me encuentro en Estados Unidos, el pais donde la gente viene a tratar de cumplir sueños, el país de las oportunidades, el país que mis padres vieron como mi refugio en caso de que las cosas no salieran bien, el país que lo tiene todo, pero que ahora mismo se escapa entre las manos de su juventud.

Preguntar por aspiraciones se basa en juego de respuestas predeterminadas donde la mayoría decide quedarse en los márgenes de lo factual. ¿Qué paso con el sueño americano, con las ganas de progreso, con el deseo de una nación imparable? ¿Dónde comenzó este deseo de conformidad, donde quedo ese sense de que lo imposible no existe? ¿Dónde quedo el deseo de conocimiento fuera de los aspectos estrictamente sociales?

Y pensar que Nicaragua también se pierde entre su juventud, pero con la diferencia de que esta es por falta de educación, falta de orden, falta de recursos, falta de esperanza. Pensar que aquí la gente se deja llevar por la idea de estar y no soñar. Que no darían algunos ninos de mi país para tener estas oportunidades, que no daria yo para poder hacer de ello algo posible. Me levanto todos los dias y veo mi bandera alzada en el costado de mi cama, me sirve como recordatorio del por qué estoy aquí. Cada mañana me quiero dar por vencida, me cuesta adaptarme a esta sociedad la cual es tan distinta a la que yo estoy acostumbrada. Pero me gusta volar alto, pensar que un dia volvere para luchar por esa Nicaragua que cada dia se pierde más entre sus tantos problemas.  Puede que algunos no tengan las mismas oportunidades que yo o que las tengan y no las vean de la misma manera, pero ami me gusta creer que una persona es lo único que se necesita para generar cambios y aunque se que no soy la unica que piensa asi, creo que eventualmente lo voy a lograr.

“Mama no es la que te pare sino la que te cuida”, es un famoso refrán que me gusta usar para explicar mi nacionalidad. Por ley soy ciudadana americana, sin embargo, tras 20 años de vivir fuera, mi corazón se lo robo Nicaragua.