“Soy mujer, soy mariachi” por Sandra Ortega nos dicen sobre un cuento personal de una carrera inesperada de Isabel. La crónica empieza con una descripción del amor mutuo para la musica en la familia de Isabel. Ella describe cómo su padre era un mariachi, pero él no quería ella se convierta en un mariachi debido a la masculinidad asociada con el trabajo. Su padre urgió los compartimientos más femeninos y la regañara “vete a lavar los platos” y otras actividades domésticas. A pesar de que ella recibió casi no apoyo, ella persiguió sus sueños y siguió los pasos de su padre contra sus deseos. Isabel los dijo que ella experimentó mucha adversidad como un mariachi de mujer en comparación con los hombres, y nunca se sentía completamente aceptada por su familia.
La asociación silenciosa de género a la profesión de un mariachi ejemplifica un cuestión similar discutida por las modernistas latinoamericas durante el siglo XX como Bonifante. Similar a Bonifante, la decisión de Isabel para perseguir su sueño como un mariachi rompe las normas sociales de la imagen de una mujer en las sociedades latinoamericanas. Isabel crea oportunidades nuevas para mujeres y percibe las mujeres en un contexto diferente como la personaje personal de un flapper creó por Bonifante. Estas mujeres ofrecen una vida de una mujer que “han fugado de sus casas”.
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