Diez años de separación

Cuando imaginemos nuestro futuro, pensamos en la vida “perfecta.” Cuando imaginemos nuestro matrimonio, pensamos en un lazo inseparable. Cuando imaginemos nuestros hijos, pensamos en sus infancias y sus adolescencias.

Advinaría que ninguna persona que lee este artículo imaginaría un futuro en que tiene que separarse de su esposa y sus hijos por diez años.

Para un hombre paquistaní, esta situación inconcebible fue la realidad.

Hace once años, el hombre tuvo que huir de Paquistán para escapar de las amenazas contra su vida. Decidió que debe dejar su esposa y sus hijos en Paquistán para que los niños pudieron ir a la escuela y recibir una educación.

El hombre huyó a Nepal y finalmente entró en un campo de refugiados. Siempre pensaba que regresaría al día siguiente o la semana que viene, pero diez años después y todavía no pudo porque no fue seguro. Después de estos diez años en el campo de refugiados, el UNHCR le ofreció una vida nueva en los Estados Unidos. Le dijeron que si se mudara a los Estados Unidos, vería a su familia otra vez.

Por eso, el hombre decidió empacar todo lo que tenía y mudarse a un país completamente nuevo.

No le conocía a este hombre durante su primer año aquí, pero cuando le conocí, tuvo un trabajo bueno como un camionero.

Mi trabajo fue manejarlo al aeropuerto para recoger su familia que ha sido reubicado aquí en los Estados Unidos después de un año. Nunca he visto un hombre tan entusiasmado y ansioso en toda mi vida. No ha visto a sus hijos en diez años. Cuando huyó para Nepal, tenían ocho y diez años. Ahora, son adultos. No tenía la oportunidad a prescenciar el crecimiento de sus hijos, pero no expresó tristeza o arrepentimiento. Sólo expresó anticipación para ver a su familia.

Cuando llegamos al aeropuerto, él empezó a caminar de un lado a otro porque no pudo esperar. Vio a su esposa primero. No hubo ningún tipo de abrazo dramático o de beso apasionado. La mujer se vistió en negro que cubrió toda su cuerpo excepto sus ojos, pero intercambiaron unas palabras de saludo y una mitad de un abrazo.

Los hijos vinieron siguiente. El niño y el padre intercambiaron un apretón de manos. La niña, o mujer, se vistió como la madre, pero ella corrió a su padre y le abrazó enérgicamente. En este momento, la tela que había cubierto su cara cayó y inmediatamente se separaró de su padre para recolocarla, pero cuando cayó, yo pude ver que estuvo llorando.

Después de este reencuentro, los manejamos a su apartamento nuevo. Les ayudamos con sus maletas y entonces salimos para que pudieron tener su privacidad.

En las semanas que vinieron, les ayudé solicitar para las estampillas de comida, aprender sobre la cultura americana y encontrar trabajos. La niña era tan inteligente. Con veinte años, ya tuvo su maestría y habló inglés bellamente, pero tuvimos dificultad para encontrar un trabajo para ella porque llevaba la abaya en un parte conservador de Georgia.

Regresé a la universidad solo unos meses después de que este familia llegó a los Estados Unidos. No sé que estén haciendo o como estén haciendo, pero sé que me hubieron enseñado algo. Me hubieron enseñado que el amor en una familia puede sobrevivir cualquier cosa. Me hubieron enseñado que todas culturas tienen semejanzas y me hubieron enseñado que siempre hay espacio para mejorar la tolerancia de los americanos.

 

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