Lo que sigue es un recuento de la transición de un asilado cubano con sesenta y cuatro años de edad a la vida en los Estados Unidos.
Pues, estoy aquí, cansado y confundido. Traje sólo una bolsa de la compra y los papeles que me dieron en la frontera. He llegado a los Estados Unidos. No entiendo las palabras de nadie. No puedo leer el español que hablo, así claramente no puedo leer inglés. La trabajadora social tiene una chica con ella que habla español. Es obvio que no es una hispanohablante nativa, pero estoy agradecido que puede interpretar para casi todo que necesito.
Hay tantos formularios que tenemos que completar. La chica tiene mucha paciencia y me ayuda con todo, pero es demasiado todavía. Me dijo que estoy solicitando los beneficios para la comida y también por mi discapacidad. Hace unos años, tuve una infección en mis manos. Los doctores tuvieron que amputar un dedo de cada mano, pero todavía tengo dolor en mis manos y mucha hinchazón. Por eso, no puedo trabajar, especialmente en los trabajos que no requieren la habilidad de hablar inglés. Cumplirá sesenta y cinco en unos años muy pronto, pero hasta esta fecha, la chica me dijo que recibiré los beneficios de discapacidad.
Para completar esta solicitud, la chica me dijo que tengo que ir al doctor, otra vez. Antes de poder entrar en los Estados Unidos, tuve que ir al doctor muchísimas veces, y ahora tengo que ir de nuevo. La niña dice que ella y yo tomaremos el autobús para que pueda enseñarme cómo solicitar una parada. Cuando lleguemos al doctor, dice que tendré un intérprete durante la cita.
Tomamos el autobús. Fue complicado y no estoy seguro de que pueda hacerlo por mí mismo. No puedo leer los nombres de las calles; no sé cuándo deba halar la cuerda. Finalmente, llegamos al doctor y la chica fue a la recepcionista para registrarme. Regresó a mí con una expresión de preocupación. Me dijo que necesitó pagar tres dolares por mi copago. Lo pagué y me dijo que ella necesitara llamar a mi trabajadora social porque hubo un problema.
Regresó y me dijo que el intérprete no estuvo viniendo, pero la trabajadora le dijo que sin la cita no puedo recibir beneficios, así esta niña tendría que trabajar como intérprete. No tuve ninguna opción. Necesitaba los beneficios. No podía permitirme las cosas necesarias sin el apoyo, así la niña y yo entramos para mi cita.
Las enfermeras no parecieron muy amables y la chica pareció muy estresada, pero ella hizo lo que pudo. Le preguntaron muchísimas preguntas y trató de traducirlas a español, pero ella no supo la terminología médica. Me dijo que recibiera un examen de mi corazón. Supe que fue una ecocardiograma porque la han recibido en el pasado, pero en esta situación, la niña no supo esta palabra.
Tuve que confiar completamente en esta chica para recibir el cuidado médico que necesitó y para hacer cualquier cosa aquí. No tuve ninguna idea que dijo al doctor en realidad. Esta incidente simplemente sirve como otro ejemplo de los momentos en que he perdido todo mi control en mi propia vida. “La chica me dijo eso, la chica me dijo esto…,” esta chica tiene todo el poder y yo no tengo nada.
Desafortunadamente la chica está regresando a la escuela la semana que viene y ahora nadie en la oficina habla español. La chica me aseguró de que alguien me ayudará, pero sé que será tan dificil a confiar en otra persona nueva. Me pregunto, ¿debí haber venido aquí?, a este país donde no entiendo a nadie y no puedo trabajar. ¿Dónde está el sueño americano? ¿Es que sólo incluye las personas que hablan inglés? Estoy perdido aquí en este país extraño, pero posiblemente la chica está correcta. Un día tal vez yo pueda ser americano también.